sábado, 13 de junio de 2015

EL CRECIMIENTO DE LA SEMILLA “Así es el Reino de Dios”

Base Bíblica: Marcos 4:26-29.
“Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra; Y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo. Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga; y cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado”.

Introducción. (Mat. 4:17)
“Así es el Reino de Dios”, Jesús habla de los misterios del Reino (Marcos 4:10), y Él nos habla a través de las parábolas acerca de lo que es el Reino. ¿Cómo se entra al Reino y cómo se llega a ser parte de el?
Aquí habla de una semilla que el Señor siembra; un hombre echa semilla en la tierra; y duerme y se levanta, de noche y de día; o sea, eso es un proceso que parece que no está pasando nada; el que acaba de sembrar, lo que menos se imagina es que al día siguiente vaya a encontrar algo todavía; seguramente que pasa un tiempo y parece que no está pasando nada; y así a veces, personas que oyen la palabra del Señor, y nosotros no nos damos cuenta de si la recibió o no.
Un niño al igual que una planta, no nace de un día para otro; los padres tienen relación un día o una noche, pero se demora nueve meses en una lenta formación en el vientre de la madre ese niño. Al principio la madre duda si estará o no embarazada; sólo con el tiempo va adquiriendo seguridad, parece que sí estoy embarazada. Cuando no había exámenes, pues, dudaba todavía más tiempo; ahora tiene que hacerse un examen externo para ver si está o no está embarazada; pasados dos meses ya no hace falta hacerse el examen, ya se le va notando; y luego el niño empieza a moverse y las cosas son demasiado evidentes.
El habla de tres cosas, cuando se ha sembrado la semilla: primero, produce hierba, luego la hierba produce la espiga, y después es la espiga del grano y es grano lleno.

I.- Hierba.
Tito 3:4,5 “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo”. 
Jesús el Cristo le dijo a Nicodemo que para ver el Reino de Dios se necesita “nacer de nuevo del agua y del Espíritu” Juan 3:3. Cuando uno recibe al Señor, recibe la vida divina, la vida eterna, la propia vida de Dios; el Espíritu de Dios viene a hacerse uno con nuestro espíritu. (1Cor. 6:17) A esto lo conocemos como “nuevo nacimiento” o “regeneración”
Entonces, digamos que este primer brotecito de la semilla representa la regeneración; lo primero que acontece espiritualmente a una persona que recibe al Señor, que recibe su palabra que es espíritu y que es vida, es que la persona además de ser perdonada es regenerada, o sea, nace de nuevo, recibe una vida que no tenía, recibe a Jesús y el que tiene al Hijo tiene la vida, y porque tiene la vida, nació de nuevo,  esto acontece en nuestro espíritu y es instantáneo. 

II.- Espiga.
“…y por la renovación en el Espíritu Santo”.
La renovación es el paso de la vida divina que hemos recibido en la regeneración a todos los rincones de nuestra alma, renovándonos, renovando nuestras emociones, renovando nuestra voluntad, es decir, renovando nuestra alma. El proceso de la regeneración es instantáneo, en cambio el proceso de renovación es durante toda la vida. La renovación se refiere al ámbito de nuestra alma; o sea que el Cristo que hemos recibido en nuestro espíritu tiene que filtrarse, saturar todo rincón de nuestra alma.  
Efe 3:16,17 “Para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor…” 
El corazón es lo mismo que el alma más la conciencia del espíritu, ese es el corazón. Cuando tu alma tiene la conciencia del espíritu, eso, el alma más la conciencia del espíritu, ese es el corazón; entonces dice aquí: “para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones”; no está hablando de recibir a Cristo, no, la iglesia ya recibió a Cristo, ya lo tiene en su espíritu, pero tiene que Cristo habitar en el corazón.
Efe 4:22,23  “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente”.

Entonces aquella plantita que brotó, y que al principio era apenas unas hojitas, tiene que llegar a ser una espiga; esa espiga ya nos habla de la renovación, de la formación de Cristo en el alma, de la vida de Cristo pasando, de la savia de la planta pasando de lo más íntimo hacia lo más externo, rumbo hacia el grano lleno. (Gal. 4:19)
La regeneración es inmediata, pero la renovación, que ya no tiene que ver con nuestro espíritu, sino con nuestra alma, lo que es Cristo entrando en todo nuestro ser; entonces el Señor a lo largo de nuestra vida nos trata a través de distintas circunstancias, ¿para qué? para colocarnos en una situación en la que podamos abrir un poco más de nuestro ser, y de nuestra alma, para que la vida divina fluya un poco más profundo.

III.- Grano lleno.
Rom. 12:2  “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.
Entonces fíjense en que la renovación produce una tercera cosa que es la transformación; la transformación es la configuración a Cristo. (Gal. 4:19)
En el final está la transformación de nuestra alma; ese es el grano lleno.

IV.- Resumen y Conclusión.
Rom. 8:28,28 “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos”.
Al Reino se entra por la Regeneración: La semilla del Reino que fue sembrada, es Jesús mismo plantado en la tierra que es el hombre mismo. El primer brote de hierba es la Regeneración que ocurre en el espíritu humano o nuevo nacimiento.
El proceso de crecimiento debe continuar hasta el brote de espigas, lo cual es la Renovación, es decir, la expansión de Cristo al alma humana (razón, sentimientos y voluntad) que tiene como fin que “Cristo sea formado en nosotros”.


Finalmente, cuando nos hemos Transformado en la “imagen del hijo” (Rom. 8:29), tenemos al grano, la espiga llena de grano. Ahora somos “hijos del Reino” en plenitud. Cristianos maduros con entendimiento pleno, capaces de manifestar el Reino de Dios dondequiera que estemos.
Si te gustó y edificó, recomiendalo a tus amigos. Espero sus comentarios, dudas y preguntas. También les invito a leer el blog hermano: elconocimientodelavidacristiana.blogspot.com  

domingo, 26 de abril de 2015

La Parábola de las Diez Vírgenes.


Mateo 25:1-13
“Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo.
Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas.
Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas.
Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron.
Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas.
Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas.
Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta.
Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir”.

Introducción.
En el reloj que marca el tiempo profético, la hora cero está cerca; la noche profética está llegando a su fin, comenzó al ascender al cielo nuestro Señor y termina en su segunda venida.
Esta parábola Jesús la da como respuesta a la triple pregunta de los discípulos en Mateo 24:3  “Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?”.
En ella se aparta de lo relativo a las naciones y envía un mensaje a Su Amada, para que busque la unción que la preparará para las bodas con su Amado.

I.- Las Diez Vírgenes.
Representan a la totalidad de la Iglesia Verdadera. No basta con ser virgen, ni tener la actitud de espera estando consciente de la venida del Esposo, porque aunque todas eran vírgenes, tenían aceite en sus lámparas y estaban esperando al Novio, unas actuaron responsablemente y otras neciamente. Las diez representan a cristianos nacidos de nuevo, en actitud de espera por su Señor.

II.- El aceite en sus lámparas.
El aceite es una representación del Espíritu Santo y Proverbios 20:27 dice que el espíritu humano es la lámpara de Jehová. Entonces las diez son cristianos renacidos tienen un espíritu humano vivificado (lámpara) y el Espíritu de Dios morando en él (aceite) (Eze. 36:27; Juan 7:36-39). Tomar las lámparas con aceite para esperar al esposo no es problema, cabecear y dormirse tampoco es el problema. La necedad o insensatez consiste en no tener aceite extra en las vasijas.

III.- El aceite en las vasijas (2Cor. 4:7; Lam. 4:2; Juan 3:34). El aceite en la lámpara es un don o regalo para todo el que “nace de nuevo” del agua y del Espíritu (regeneración), pero es responsabilidad del creyente nacido de nuevo, “pagar el precio” para que el Espíritu Santo que reside en el espíritu humano “llene” también el alma del creyente, es decir, ocurran la renovación y la consecuente transformación (Tito 3:4-6; Rom. 12:2; Efe. 4:23; Col. 3:10). Dicha renovación y transformación se efectúa no con nuestra capacidad, sino con el poder y la gracia del Espíritu Santo que actúa en nosotros cuando nos rendimos a Él y cuando nos relacionamos íntimamente con el Señor a través de la oración. Por eso, lograrlo requiere “pagar el precio” de la rendición plena a su voluntad y la dedicación constante en tiempo de intimidad y obediencia para obtener la “llenura del Espíritu Santo”, hasta alcanzar el punto de “andar en el Espíritu” (Gal. 5: 16,25).

IV.- “No las conozco”
Puesto que estas cinco vírgenes poseen aceite en sus lámparas (Juan 4:34), y después regresan de “comprar aceite para sus vasijas”, el “no las conozco” no significa que son condenadas o que pierdan su salvación, sino que por no estar listas a tiempo para las bodas, pierden ese galardón (1Cor. 3:10-15 compare con Luc.21: 36 y 2Tes. 1:5).

Conclusión. La segunda venida de nuestro Señor esta a las puertas. Es urgente estar preparados. Las vírgenes prudentes se mantienen “velando y orando”, sometidas a la voluntad de Dios, “andando en el Espíritu” con aceite extra en sus vasijas.
Las necias se conforman con la salvación y son descuidadas en buscar una relación íntima con su Señor, por lo que siendo renacidas no alcanzan el galardón de estar en la Boda celestial.

¿A cuál grupo pertenece Ud.?

Espero sus comentarios, preguntas y sugerencias.
Visiten también el blog hermano: elconocimientodelavidacristiana.blogspot.com

jueves, 16 de abril de 2015

¿Es necesario que sea bautizado en agua?


Es muy importante que cada creyente se haga esta pregunta. Sea que hayamos sido salvos recientemente o tengamos tiempo de serlo, la respuesta a esta pregunta tiene una importancia profunda para nuestra vida cristiana.
Esta entrada proporcionará alguna ayuda práctica acerca del bautismo según la Palabra de Dios.

Nuestra necesidad de ser bautizados
En Marcos 16:16 el Señor Jesús dijo: “El que crea y sea bautizado, será salvo; mas el que no crea, será condenado”.
Algo en lo que debemos estar claros es que solamente creer en Cristo nos salva de ser condenados. En la segunda parte del versículo podemos ver que no creer es el único asunto mencionado en relación a ser condenado. Además, Juan 3:16 confirma este punto al decir que “todo aquel que en Él cree, tenga vida eterna”.
De modo que podemos tener la certeza de que si recibimos al Señor Jesús, somos un hijo de Dios. Hemos sido salvos de ser condenados por Dios y nunca pereceremos.
Entonces, ¿qué significa la primera parte de este versículo: “El que crea y sea bautizado, será salvo”? Si creer es suficiente para salvarnos de ser condenados, ¿por qué se menciona el bautismo?

El significado de ser “salvos”
Como creyentes, a menudo pensamos que una persona que ha sido salva es alguien que recibió al Señor Jesús y es salva de ser condenada eternamente. Ciertamente, esto es verdad, como mencionamos anteriormente; sin embargo, hay un significado más completo de la palabra “salvo” del que normalmente tenemos noción.
Probablemente, todos estemos de acuerdo que es necesario que seamos salvos de muchas cosas. La cosa más obvia es la condenación eterna. Sin embargo, después de creer, ¿qué hay respecto a nuestra vida diaria? Hoy en día, Satanás utiliza muchas cosas que intentan atrapar a los cristianos, aun sabiendo que nuestro destino eterno está seguro. Él utiliza cosas como el mundo y nuestra vieja manera de vivir a fin de sobrecargarnos y distraernos de ir en pos de Cristo. De modo que, ¿qué debemos hacer? ¿De qué manera podemos escapar estas cosas? Es claro que necesitamos ser salvos de más que de la condenación eterna.
Las buenas nuevas son que la salvación completa que Dios efectúa encierra mucho más que el no perecer eternamente.
Dios en Su sabiduría ordenó el bautismo como el segundo paso en una salvación maravillosa y plena a fin de tratar con las cosas de las cuales ahora debemos ser salvos.

Delante de Dios y los hombres
Creer es algo interno y escondido. Cuando Dios ve nuestra fe, Él nos justifica e imparte Su vida en nosotros. Ya no estamos condenados por Dios y somos engendrados con Su vida divina para ser Sus hijos. Cuando creemos somos salvos delante Dios.
No obstante, las personas que nos rodean no pueden ver esto y quizás crean que todavía somos como ellos. De hecho, el mundo intenta aferrarse a nosotros de modo que no solamente necesitamos ser salvos ante Dios, también necesitamos ser salvos ante los hombres. Necesitamos ser separados del mundo.
Creer nos salva de la condenación y el bautismo pone fin al mundo que se aferra a nosotros. Éste entierra nuestra vida pasada y nos libera del mundo que nos enreda.

Un cuadro de un aspecto de la salvación: la Pascua
Podemos mostrar estos dos aspectos de la salvación con la historia de los hijos de Israel en Éxodo 12—14. En 1 Corintios 10:6 Pablo dice que lo que sucedió con ellos es un ejemplo para nosotros los creyentes en la actualidad.
Los israelitas fueron esclavizados en Egipto, y en su miseria clamaron a Dios. Dios los escuchó y envió muchas plagas a los egipcios, inclusive una última: la plaga de la muerte del primogénito. Para ser salvos de esta muerte, los israelitas tenían que sacrificar un cordero, el cual es una figura de Cristo como el Cordero de Dios quien se sacrificó por nosotros, y aplicar la sangre del cordero en los postes y el dintel de la puerta de sus casas. Cuando Dios veía la sangre del cordero en una casa, Él pasaba esa casa y el primogénito en ella era salvo de la destrucción. Al quedarse en sus casas bajo la sangre del cordero, los israelitas escaparon de la condenación de Dios.
En la actualidad, tenemos a Cristo como el verdadero Cordero de Dios quien murió para que fuésemos redimidos. Cuando aplicamos Su sangre y creemos en Él, somos salvos del juicio eterno de Dios que cae sobre la humanidad pecaminosa. Si usted nunca ha recibido a Cristo como su Salvador, puede hacer esta sencilla oración: “Señor Jesús. Gracias por venir a esta tierra para ser el Cordero de Dios y quitar todos mis pecados. Gracias por derramar Tu sangre por mí. Te recibo como mi Salvador y mi vida. Perdona todos mis pecados y límpiame con Tu sangre preciosa. Entra en mí ahora mismo. Amén”.
Si hicimos esta oración podemos tener la certeza de que hemos sido redimidos, nuestros pecados han sido perdonados, tenemos vida eterna y somos un hijo de Dios. ¡Alabado sea el Señor!
Sin embargo, Dios no se detuvo con la Pascua. Él no dejó a los hijos de Israel como esclavos en Egipto
Éxodo 12:51 dice: “Y en aquel mismo día sacó Jehová a los hijos de Israel de la tierra de Egipto por sus ejércitos”.
Pero, ¿cómo los sacó Dios de la tierra de Egipto?

Un cuadro de otro aspecto de la salvación: cruzar el mar Rojo
Aunque los israelitas escaparon la condenación de Dios de muerte por medio del cordero pascual, el problema inicial seguía presente: estaban todavía en Egipto bajo la tiranía de Faraón. A fin de ser salvos de esa tiranía, era necesario que tuvieran un éxodo de Egipto.
Para que pudieran ser salvos del Faraón y de Egipto, Dios guió a los israelitas fuera de Egipto llevándolos a propósito por el mar Rojo. Faraón y su ejército los persiguieron hasta que los hijos de Israel estuvieron acorralados entre el ejército de Faraón y el mar Rojo, aparentemente sin salida. No obstante, Dios le dijo a Moisés que extendiera su mano sobre las aguas y las aguas se dividieron. Los israelitas entonces cruzaron hacia el otro lado del mar por tierra seca.
Cuando todos cruzaron, Moisés extendió su mano una vez más sobre el mar y las aguas se juntaron, sepultando al ejército de Egipto que los perseguía. De esta manera, los hijos de Israel fueron separados de Egipto y el poder de Faraón sobre ellos fue derrocado.
Esta historia sobre los hijos de Israel nos muestra de manera vívida por qué debemos ser bautizados una vez que recibimos a Cristo. Aunque el Señor nos redimió y lo recibimos como nuestro Salvador y nuestra vida, algo nos retiene. No somos tan libres de disfrutar nuestra salvación como pensábamos; no somos tan libres de nuestra vieja manera de vivir o enredos mundanos como esperábamos.
Estos sentimientos indican que es necesario que también nosotros tengamos un éxodo, pues nos muestran cuán conscientes estamos de nuestra necesidad de escapar del mundo, representado por Egipto, y de la tiranía de Satanás, representado por Faraón. No obstante, “Faraón” no está satisfecho de renunciar a sus esclavos así que nos persigue aún después de haber sido redimidos para llevarnos nuevamente al mundo. Así que, ¿de qué manera podemos escapar?
Un bautismo adecuado ofrece una línea de separación entre nosotros y el mundo, de la misma manera que el mar Rojo separó a los hijos de Israel de Egipto. El bautismo nos libera de la tiranía que Satanás tiene sobre nosotros. Cuando somos bautizados, él y su ejército quedan sepultados en las aguas del bautismo. Ya no pueden aferrarse a nosotros y estamos seguros en el “otro lado”, libres de la esclavitud de Satanás y somos capaces de seguir al Señor Jesús sin estorbos.

¿Cuándo debemos ser bautizados?
La respuesta más simple a la pregunta de cuándo debemos ser bautizados es, ahora. Si una persona recibe a Cristo como su Salvador, entonces según la Palabra de Dios, nunca es demasiado temprano para ser bautizado.
El Nuevo Testamento registra dos ejemplos excelentes de nuevos creyentes siendo bautizados inmediatamente después de haber recibido al Señor.

El eunuco etíope en Hechos 8
El Señor le dijo a Felipe que le hablara a un eunuco etíope, quien recibió el evangelio con gozo. Mientras iban por el camino, llegaron a un lugar donde había agua. El eunuco le dijo a Felipe: “Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?” (v.36)
Felipe simplemente le respondió: “Si crees de todo corazón, serás salvo”. El eunuco declaró que creía que Jesucristo es el Hijo de Dios y procedió a ser bautizado”. (v. 38)
Felipe solamente expresó un solo requisito para que el eunuco etíope fuese bautizado: que creyera en el Señor. Felipe no requería que el hombre tomara una clase, que aprendiera sobre prácticas cristianas o que fuera salvo por cierto periodo de tiempo. Más bien, una vez que el hombre declaró su fe, Felipe lo bautizó.

El carcelero de Filipos en Hechos 16
Los apóstoles Pablo y Silas, después de haber sido golpeados y encarcelados por predicar a Cristo, estaban en prisión a medianoche cantando himnos de alabanza a Dios. Mientras ellos cantaban, un terremoto sacudió los cimientos de la cárcel y las cadenas de todos los prisioneros se soltaron, lo cual les daba la oportunidad de escapar.
La fuga de los prisioneros hubiera significado la ejecución del carcelero. Debido a que el carcelero pensó que todos habían huido, éste se iba a matar. No obstante, Pablo lo detuvo y le hizo saber que todos estaban allí.
Bajo tales circunstancias, el carcelero les dijo a los apóstoles: “¿qué debo hacer para ser salvo?” (v. 30). Los apóstoles simplemente le respondieron: “Cree en el Señor Jesús, y serás salvo, tú y tu casa” (v. 31).
Los apóstoles entonces le hablaron la Palabra a él y a todos los que estaban en su casa, y el carcelero lavó sus heridas. Después de haber recibido la Palabra y creído en Dios con todos los que estaban en su casa, “en seguida se bautizó él con todos los suyos” (v. 33).
En estos dos casos podemos ver que no es necesario esperar a estar “listos” para ser bautizados. Estamos listos cuando creemos. Nada nos hará más dignos o menos dignos de entrar en el agua del bautismo. Solamente hay un requisito en la Palabra de Dios para ser bautizados: creer en el Señor Jesús.

No deje pasar la oportunidad
Sea que haya creído en el Señor hace bastante tiempo o que sea recién salvo, eso no importa. Del mismo modo que no es demasiado temprano para que una personas sea bautizada, tampoco es demasiado tarde. Si usted ha creído en Cristo, pero no ha sido bautizado, no deje pasar la oportunidad.
Si este es su caso, por favor, tome unos instantes para orarle al Señor respecto a su necesidad de ser bautizado:

 “Señor Jesús, gracias por mostrarme mi necesidad de ser bautizado. Señor, no solamente quiero ser salvo interiormente al haber recibido Tu vida. También quiero ser salvo exteriormente de Satanás y del mundo, los cuales me impiden seguirte libremente. Señor, muéstrame cómo debo llevar a cabo este paso importante de ser bautizado. Amén”
El Señor Jesús los bendiga. Denle me gusta y recomiendenlo. Lean también el blog hermano: elconocimientodelavidacristiana.blogspot.com 

sábado, 11 de abril de 2015

Lo que realmente es la Biblia: la esencia de la Biblia.


Normalmente no pensaríamos que la palabra esencia se relaciona con la Biblia. No obstante, la palabra de Dios cuenta con una esencia específica. Si deseamos crecer en Cristo, es fundamental saber cual es dicha esencia, es tan fundamental que usaremos dos entradas para ahondar en este tema.
¿Qué significa la palabra “esencia”?
La definición del diccionario sobre esencia nos dice que es como la cualidad más pura de algo, la característica principal o fundamental de una cosa. Conocer la esencia de una cosa determina la manera en que lidiamos con ella.
Reflexionemos sobre una naranja
Digamos que no sabemos lo que es una naranja. Podemos ver que su forma es circular, de color naranja y de una textura casi semisuave. Podemos jugar con ella ya que se asemeja mucho a una pelota de juguete. O quizás, la exhibamos, pues admiramos su bello color. Aunque hacer todo esto está bien, no le sacaríamos el mejor provecho a la naranja.
Sin embargo, cuando partimos la naranja— ¡ahora sí!—la parte interna muestra los gajos suaves y comestibles. Descubrimos que la esencia de la naranja se encuentra en el efecto nutritivo de la fruta en el jugo. Ahora que ya sabemos esto, contemplamos a la naranja de forma distinta que cuando solamente la conocíamos por su apariencia externa. Ya no nos interesa mucho jugar con ella o exhibirla. Ahora lo que queremos es comérnosla o hacerla jugo para disfrutar su esencia. Así es como obtenemos el beneficio pleno de la naranja.
Reflexionemos sobre la Biblia
Al observar la parte “externa” de la Biblia, ¿Qué es lo que observamos? Quizás nos parezca observar una recopilación de historias interesantes, un libro de buenos principios y buena ética, un manual de prácticas religiosas o una fuente de enseñanza doctrinal. Pero cuando lidiamos con la Biblia como un libro de historias o como un tipo de manual, no obtenemos el beneficio pleno de ella.
¿Por qué no?
Nos falta la esencia, el elemento crucial de la Biblia, lo que realmente es.
¿Cuál es la esencia de la Biblia?
La respuesta se encuentra en 2 Timoteo 3:16: “Toda la Escritura es dada por el aliento de Dios”.
Este versículo no dice que toda la Escritura es ordenada por Dios o determinada por Dios. Dice que toda la Escritura es el aliento de Dios. El aliento como ya sabemos, está relacionado a nuestro vivir y es necesario para nuestro vivir. De tal manera que la Escritura, el aliento de Dios tiene que ver con nuestro recibir vida de Dios.
Veamos que dice la nota 2 de 2 Timoteo 3:16 en la Versión Recobro acerca de las palabras  el aliento de Dios:
“Esto indica que la Escritura, la palabra de Dios, es el aliento que sale de Su boca. El hablar de Dios es su exhalación. Por lo tanto, Su palabra es Espíritu (Jn. 6:63), o aliento. Así que, la Escritura es la corporificación de Dios el Espíritu. El Espíritu es, por lo tanto, la esencia misma, la substancia, de la Escritura…”
Ahora vayamos a Juan 6:63: “El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida”. Dado que la Escritura es el aliento de Dios, Su Palabra es Espíritu. Y el Espíritu es el que da vida; por lo tanto, la esencia de la Escritura es el Espíritu que da vida.

La vida y que es lo que da vida
Así como con la naranja, no es suficiente conocer la Biblia sólo por su apariencia externa. Cuando prestamos mayor atención a lo “externo” de este libro, podemos manejarla mal y pasarnos por desapercibido la vida contenida en la Biblia.
No obstante, Dios desea que tengamos Su vida y la tengamos en abundancia (Juan 10:10). Así que el punto más importante que debemos obtener de la Biblia es la vida. El aliento de Dios,  el Espíritu de Dios, dan vida. Las buenas enseñanzas no nos pueden dar vida. La ética no nos puede dar vida. Sólo el Espíritu nos puede dar vida, y este Espíritu es la esencia de la Biblia.
Si acudimos a la Biblia meramente en búsqueda de ética o enseñanza cristiana, pasaremos por alto la esencia de la Biblia. Pasaremos por alto la vida.
Pero si nos damos cuenta que el Espíritu es la esencia de la Biblia, nuestra manera de ver cambiará. Acudiremos al Espíritu en la Palabra, y el Espíritu nos dará vida. Esta vida, quien es Dios mismo, nos refresca, vivifica, alimenta y causa que crezcamos en Cristo.

Ya explicamos lo importante que es saber que la esencia de la Biblia es el Espíritu. Puesto que solamente el Espíritu es el que da vida, y si deseamos obtener vida por medio de las Escrituras es necesario que contactemos al Espíritu contenido en la palabra de Dios. Al recibir la vida, creceremos en Cristo.

¿De qué manera podemos obtener vida de las Escrituras?
Anteriormente, nos enfocamos en la primera parte de la nota de 2 Timoteo 3:16 respecto a “dada por el aliento de Dios”. Ahora, enfoquémonos en la segunda parte de esta nota a fin de ver cómo podemos contactar el Espíritu en la palabra de Dios:
“Esto indica que la Escritura, la palabra de Dios, es el aliento que sale de Su boca. El hablar de Dios es Su exhalación. Por lo tanto, Su palabra es Espíritu (Juan 6:63), o aliento. Así que, la Escritura es la corporificación de Dios el Espíritu. El Espíritu es, por lo tanto, la esencia misma, la sustancia, de la Escritura, así como el fósforo es la sustancia esencial de los cerillos. Debemos encender el Espíritu de la Escritura al contactarla con nuestro espíritu para obtener el fuego divino.
Así que, para recibir vida de la Biblia debemos “encender el Espíritu de la Escritura al contactarla con nuestro espíritu para obtener el fuego divino”.
Un cerillo y la superficie adecuada
Para poder entender la analogía descrita en la nota, permítanme un momento para explicar la función de un cerillo.
La cabeza de un cerillo está hecha con fósforo. Cuando el cerillo se pone en contacto con una superficie áspera, el calor de la fricción enciende este reactivo químico elevado. Supongamos que encendemos el cerillo en un suéter suave, hierba o botella de plástico —no pasa nada, pues no son el tipo de superficie adecuada. Pero cuando lo encendemos en una piedra granulosa, el cerillo inmediatamente se encenderá y convertirá en fuego.
Así que para comenzar el fuego, es necesario tener dos cosas: el cerillo y la superficie adecuada para encenderlo.

El Espíritu y nuestro espíritu
Para obtener el fuego divino escondido en la palabra de Dios, también dos cosas son necesarias: la Biblia que está fuera de nosotros y nuestro espíritu humano que está dentro de nosotros.
Si acudimos a la palabra de Dios ejercitando solamente nuestra mente analítica o nuestras emociones inconstantes, perderemos la oportunidad de obtener el Espíritu contenido en la Palabra de Dios y no habrá incendio, no habrá fuego.  A fin de que el incendio ocurra, las Escrituras deben encender sobre la superficie adecuada. Nuestro espíritu humano es la superficie adecuada.
Si usamos nuestro espíritu humano como la superficie adecuada para encender el Espíritu de la Escritura, el Espíritu nos dará vida.
Pero, ¿cómo ejercitamos o usamos nuestro espíritu para contactar al espíritu en la palabra de Dios?

Una de las maneras: la oración.
Físicamente hablando, la mejor manera de ejercitar nuestros pies es caminar. Espiritualmente hablando, la mejor manera de ejercitar nuestro espíritu es orar. Mientras leemos con oración la palabra de Dios escrita, usamos nuestro espíritu y “encendemos”, o tenemos contacto con el Espíritu en la Escritura.
Aún antes de comenzar a leer, podemos hacer una pequeña oración como esta: “Señor Jesús, deseo tocar Tu espíritu en Tu palabra. Señor, no solamente quiero leer las palabras impresas en blanco y negro, quiero recibirte como vida”. Orar de esta manera marca una gran diferencia mientras aprendemos a ejercitar nuestro espíritu cuando acudimos a la Biblia.
Entonces, cuando leemos Su palabra, podemos seguir orando usando las palabras de las Escrituras. Podemos hacer que estas palabras se conviertan en nuestra oración, agradeciéndole al Señor por ellas y aún tener comunión con Él acerca de ellas.
Un ejemplo
Tomemos como ejemplo Juan 10:11, que dice: “Yo soy el buen Pastor; el buen Pastor pone Su vida por las ovejas”.
Podemos orar con la palabra de Dios de esta manera: “Señor Jesús, Te alabo, pues eres mi Pastor. Aún para Tus ovejas, eres nuestro buen Pastor. Gracias Señor que soy una de Tus ovejas. Gracias por poner Tu vida por mi”.
En otras palabras, podemos orarle al Señor usando Sus palabras en nuestra oración, las palabras contenidas en la Biblia. Al orar Sus palabras, contactamos el Espíritu en la palabra de Dios. Esto logra que la palabra de Dios nos transmita el Espíritu que nos da vida. Experimentamos Juan 6:63, las palabras habladas por nuestro Señor llegan a ser espíritu y vida para nosotros. Esta vida alimenta a nuestro espíritu, satisface nuestra hambre interior por Dios y riega nuestra alma sedienta. De igual manera como un niño crece físicamente al ser alimentado, nosotros experimentamos el crecimiento en nuestra vida cristiana al ser alimentados por el Espíritu en la palabra de Dios.
Conocer la esencia y ejercitar nuestro espíritu humano con la palabra de Dios

Conocer que el Espíritu es la esencia de la Biblia revolucionará la manera en que lidiamos con la palabra de Dios. Ya no lidiaremos con la palabra de Dios sencillamente como si fuera un libro de enseñanzas o una guía externa que nos dice cómo debemos vivir. No acudiremos a la palabra de Dios usando solamente nuestra mente. En lugar de eso, ejercitaremos nuestro espíritu en la oración para contactar el Espíritu en la palabra de Dios. Vendremos con la expectativa de recibir vida de la palabra de Dios.
Que Dios los bendiga. Les invito a leer el blog hermano: elconocimientodelavidacristiana.blogspot.com Espero sus comentarios, sugerencias y preguntas.

sábado, 4 de abril de 2015

¿Qué fue lo que verdaderamente sucedió en el huerto de Edén?



La mayoría de nosotros estamos familiarizados con la historia de Adán y Eva en el huerto de Edén.  La desobediencia de Adán y Eva para con Dios es lo que nos llama la atención usualmente en esta historia y con gran razón. Desobedecer a Dios es un asunto serio.
Pero alguna vez se ha preguntado: ¿Qué hay de malo en comer del árbol del conocimiento? ¿Cómo es posible que comer del árbol del conocimiento conduzca a la caída del hombre? y cuando Dios le dijo a Adán y Eva que no comieran de ese árbol, ¿acaso los estaba poniendo a prueba para ver si eran capaces de obedecerle?
Puesto que Adán y Eva desobedecieron a Dios y comieron de ese árbol, Dios no podía ignorarlo. Tenía que castigarlos y expulsarlos del huerto.
Pero ¿Acaso la explicación anterior representa toda la historia?

Un problema mayor
Supongamos que una madre le dice a su hijo: “no bebas de esa botella. Es peligroso”. Ella le dice eso porque la botella contiene algo venenoso. ¿Acaso ese mandato representa una prueba? claro que no. El mandato de la madre es de hecho una advertencia amorosa. Si el hijo desobedece y bebe de la botella, ciertamente, la desobediencia se convierte en un problema. Pero ahora el hijo ha sido envenenado y eso si que es un problema mayor.
Esto es muy parecido a la situación que estaba ocurriendo con Adán y Eva en el huerto. El problema no sólo fue que desobedecieron. El problema mayor fue lo que ingirieron.

Dos árboles
La encomendación de Dios para con Adán y Eva, quienes representaban a toda la humanidad, era que los protegería del árbol del conocimiento, del bien y del mal. Ese árbol venenoso representa a Satanás quien es el origen de la muerte.
Satanás, el enemigo de Dios, quería que Adán y Eva desobedecieran a Dios, pues él sabía que al comer del árbol del conocimiento, ellos se impregnarían de su naturaleza maligna y se corromperían por el pecado y la muerte para siempre.
Sin embargo, aparte del árbol del conocimiento, había otro árbol en el huerto: el árbol de la vida. Este árbol representa a Dios, el origen de la vida. Dios quería que el hombre participara del árbol de la vida para que le recibiera como la vida divina.
Aun así, Dios quería que el hombre usara su libre albedrío para escogerle. El hombre tenía la opción de hacer caso o no a esta advertencia. El hombre tenía su propia decisión.

¿De qué se impregnaron Adán y Eva?
Satanás se mostró a Eva disfrazado de serpiente y le habló astutamente. Distorsionando las palabras de Dios y hablando mentiras descaradas, Satanás insinuó que Dios estaba ocultándoles algo bueno y logró que Eva dudara del buen corazón de Dios hacia ellos.
Y cuando la mujer vio que el árbol era bueno para comer y que era deleitoso a los ojos, y árbol deseable para alcanzar la sabiduría, tomó de su fruto y comió; y dio también a su marido, con ella, y él comió”. (Gn. 3:6).
Al desobedecer a Dios, Adán y Eva se impregnaron de la naturaleza venenosa del diablo, representado por ese árbol. Las consecuencias de lo que hicieron fueron profundas, pues nos siguen afectando, aún hoy día (Romanos 7:17-23; 8:7; Gálatas 5:17) (Juan 1:12 --- 8:44;  1Juan 3:1,2 --- 3:9,10).
Vimos que Dios advirtió a Adán y Eva que no comieran del árbol del conocimiento del bien y del mal a fin de protegerlos.  Al comer de ese árbol, Adán y Eva no sólo desobedecieron a Dios, lo cual es un asunto serio, sino también fueron envenenados. Ahora discutiremos cómo ese envenenamiento nos afecta hoy día y qué es lo que Dios está haciendo a fin de recobrarnos.

El efecto del veneno
Primero, nuestro espíritu humano, la parte más profunda hecha por Dios específicamente para contactar, recibir y contener a Dios, fue amortecido (Ef. 2:1). Aunque fuimos creados con la capacidad de tener una relación amorosa e íntima con Dios, que nuestro espíritu se haya amortecido nos volvió  incapaces aún para contactarle a Él.
Además, nuestra alma: mente, emoción y voluntad, fueron totalmente envenenadas por la naturaleza maligna de Satanás. Nuestra mente, la parte principal de nuestra alma, se oscureció en su entendimiento, no puede comprender las cosas de Dios. ¡El daño fue tan extenso que hasta llegamos a ser enemigos de Dios en nuestra mente (Col. 1:21)! Nuestra alma fue invadida completamente por el enemigo de Dios: Satanás.
Finalmente, nuestro cuerpo, el cual fue creado por Dios puro y sin mancha fue corrompido a causa de la debilidad y la muerte y vino a ser carne de pecado. Esta carne de pecado con sus lujurias llego a ser una influencia maligna sobre todo nuestro ser.
Estas son las consecuencias de lo que verdaderamente sucedió en el huerto de Edén.

La salvación
No nos cuesta trabajo ver que lo que verdaderamente necesitamos es la salvación. Necesitamos ser perdonados de lo que hemos hecho y necesitamos ser salvos de lo que hemos llegado a ser. La salvación completa que Dios efectúa incluye ambos.
Jesucristo vino y murió por nosotros como nuestro substituto. En la cruz, Él fue juzgado y condenado por Dios en nuestro lugar:
“Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el Justo por los injustos, para llevaros a Dios, siendo muerto en la carne, pero vivificado en el Espíritu”  (1 P. 3:18).
Cuando nos arrepentimos y creemos en Jesucristo y en todo lo que Él hizo por nosotros, somos perdonados de nuestros pecados. (Mateo 4:17).
Y eso no lo es todo. La Biblia nos dice que cuando Cristo se levantó de entre los muertos,  en su resurrección Él “llegó a ser el Espíritu vivificante” (1 Cor. 15:45). Como el Espíritu, Cristo entró en nuestro espíritu amortecido y lo avivó, y nacimos de nuevo con la vida eterna de Dios. ¡Esto era lo que Él deseaba para nosotros desde Edén! Ahora, la vida divina de Dios en nosotros  nos salva de las consecuencias venenosas de lo sucedido en el huerto de Edén (Juan 10:10).

Esto es sólo el principio
Recibir la vida eterna de Dios es sólo el principio de la salvación completa en Cristo que Dios efectúa en nosotros.
Desde nuestro espíritu, Dios comienza a restaurar y avivar las partes dañadas de nuestra alma: nuestra mente, emoción y voluntad. Dios transforma nuestra alma con Su vida divina maravillosa hasta que lo que pensamos, sentimos, y decidimos están en plena armonía con Él (Romanos 12:2; Titi 3:5; Gálatas 5:19-24).
¡La restauración que Dios efectúa también incluye nuestros cuerpos, a los cuales el Espíritu vivifica (Romanos 8:11; Filipenses 3:21)  para que finalmente cada parte de nuestro ser sea llena de la vida divina! ¡Qué salvación tan completa y maravillosa tenemos en Cristo!

Al darnos cuenta de lo que verdaderamente sucedió en el huerto de Edén como resultado de un simple acto de desobediencia podemos apreciar el alcance de la salvación de Dios, la cual es para Su propósito. ¿Cómo podremos negarnos a amar a nuestro Señor Jesucristo y permitirle crecer en nosotros?  
Lea tabién el blog hermano:  elconocimientodelavidacristiana.blogspot.com

viernes, 3 de abril de 2015

La Parábola del grano de mostaza.


 Lectura: Mateo 13:31-32
“Otra parábola les refirió, diciendo: El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo; el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas”.

En la introducción Jesús dice: “El reino de los cielos es semejante a…”, nuevamente el Señor está por enseñarnos algo escondido (misterio Mateo 13:11,34-35) que tiene que ver con el reino ¿Quiere conocerlo?
Las parábolas anteriores (El sembrador y El trigo y la cizaña) fueron explicadas por Jesús mismo, pero ésta y las siguientes no. Por lo que es nuestra responsabilidad buscar el entendimiento correcto. Jesús aún sigue dando a conocer los misterios del reino a los merecedores de recibir entendimiento (Marcos 4:33,34).

Una advertencia: No siempre lo que se nos ha dicho por mucho tiempo y ha llegado a ser lo aceptado, necesariamente es la verdad. Cuando estamos acostumbrados a que algo es la verdad y alguien viene y nos dice otra cosa, lo normal es rechazarlo, molestarnos con él y cuando se trata de asuntos doctrinales, ofendernos y tacharlo de apóstata y engañador. Pero yo le ruego que antes de reaccionar de esta forma al leer esta enseñanza, se detenga, respire profundo, eleve una oración a Dios y analice con calma los argumentos y después tome una decisión.
Tenga en cuenta que esta parábola es parte de una serie de 7 en el cap. 13 de Mateo, que en todas hay elementos comunes que nos hablan de cómo es el “reino de los cielos”. La primera (El sembrador) no se introduce diciendo:”el reino de los cielos es semejante a…”  porque su cumplimiento comienza cuando el reino de los cielos apenas se ha acercado (Lea: “La parábola del sembrador” y “así es el reino de los cielos”), pero las demás sí. En todas Jesús describe un elemento positivo y uno negativo como se verá al considerarlas todas. En las ya examinadas (El sembrador y El trigo y la cizaña), el elemento negativo es obvio: Tres clases de tierra no apropiadas y la hierba mala (cizaña).

El grano de mostaza es una semilla muy pequeña, pero al crecer es un arbusto (La más grande de las hortalizas).
(El árbol de mostaza: ¿Jesús reprobó biología en el colegio? Jesús dice que el árbol de la mostaza es un árbol grande, tanto que las aves posan en sus ramas y descansan en su sombra. (Marcos 4:31, Lucas 13:19) La planta de la mostaza, es una hierba anual, erecta, de tallo poco ramificado, que puede alcanzar usualmente un metro de altura y excepcionalmente hasta 250 cm. Ni su altura ni su escasa ramificación permitirían que las aves del cielo se posaran en sus ramas o reposaran bajo su sombra. Tampoco puede asemejarse a un árbol y menos aún a un árbol grande. Si el error fue de los autores de los evangelios... ¿Dónde queda la inerrancia bíblica? Nota copiada de yahoo respuestas, internet).

Todas las explicaciones que había oído o leído  hasta ahora acerca de esta parábola, dicen que se refiere a la capacidad milagrosa o sobrenatural del reino que tiene comienzos modestos, para luego crecer maravillosamente y alcanzar al mundo entero. Pero hay algo que no cuadra.
Si consideramos que las parábolas de Mateo 13 son una secuencia de enseñanzas de Jesús sobre el reino, tiene que haber congruencia entre ellas. ¿Dónde en ésta parábola está la semilla que se sembró entre espinos?, ella nace y permanece como planta pero no produce fruto (Mateo 13:22), o ¿dónde está la cizaña? Lo que sí hallamos son las aves del cielo que hacen su nido en las ramas de este extraño árbol, extraño porque es antinatural en su crecimiento, y manteniendo la congruencia las aves de los cielos en la parábola del sembrador representa al malo, a Satanás (Mateo 13:19; Marcos 4:15).

Por lo tanto, a semejanza de lo que se enseña en El trigo y la cizaña, donde Jesús dice que el reino de los cielos llega a ser en su apariencia externa (cristiandad) una mezcla de cristianos verdaderos y falsos, pero en la realidad espiritual solo lo forman los verdaderos, así en el grano de mostaza, el Señor Jesús enseña que el reino, “la iglesia” en su apariencia externa en el mundo (el campo), es extraodinariamente extenso y está formado por dos partes, una que crece anormalmente hasta convertirse en algo extraordinariamente grande (que conocemos como cristiandad), pero que allí hay mucho de falsedad, iniquidad e hipocresía (aves de los cielos anidando), y la otra parte, que es la realidad espiritual del reino, son los cristianos verdaderos, y que estas dos partes crecen juntas (por designio Divino) y no serán separadas sino hasta el tiempo de la cosecha.
Repetimos nuevamente: lo que Jesús está enseñando aquí, como en el trigo y la cizaña, es que en toda congregación cristiana, denominación o iglesia, está presente esa mezcla que no solo se refiere a personas (cristianos verdaderos y falsos), sino también a doctrinas verdaderas y falsas (las ramas donde hacen nido las aves). Es por eso que ahora podemos entender que conceptos que se están manejando en las iglesias no necesariamente son correctos bíblicamente, conceptos tales como: multiplicación, crecimiento acelerado, mega iglesias, etc.
Entiendo que esta forma de interpretar la parábola, a muchos les va a parecer chocante y temeraria o hasta ofensiva, pero ya por buen tiempo Dios me ha dado este entendimiento y esperé hasta recibir confirmación, lo cual ha sucedido. Les recomiendo leer y releer las citas bíblicas, meditar en ellas y orar fervientemente por claridad e iluminación de parte de Dios. (Durante la preparación de este material, me hallé con una predicación que desarrolla un entendimiento exactamente igual a lo aquí expuesto. Dicha predicación la voy a subir a la página de facebook: “Descubriendo los misterios del reino de los cielos” que admistro.


No acepten esta enseñanza la rechacen nada más porque les parece bien o no. Ore a Dios y deje que Él sea quien confirme o deseche esto. Dios los bendiga.
De nuevo los invito a leer también el blog hermano: elconocimientodelavidacristiana.blogspot.com

domingo, 29 de marzo de 2015

La Parábola del trigo y la cizaña.

Lectura: Mateo 13:24-30,36-43.
“Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña?  El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo.  Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero”. “Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo. El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles. De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo.  Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga”.

Cuando Jesús enseñó con parábolas, los discípulos preguntaron porque lo hacía si la gente no entendía, respondió que la parábolas servían para esconder de los no merecedores “los misterios del reino de los cielos”, pero a sus discípulos les explicaba (revelaba) por separado dichos misterios, como sucede en esta parábola en los vers. 36-43. Esto nos enseña que cuando leemos una enseñanza de las Escrituras, siempre es necesario buscarlo a Él en oración para recibir el entendimiento correcto.

En Mateo esta parábola sigue a la del sembrador (donde el reino de los cielos solamente se había acercado), ahora el reino ya ha aparecido, ha brotado el trigo, por lo tanto esta parábola comenzó a tener cumplimiento a partir del Pentecostés de 33E.C. (cuando el reino  “brota”, la iglesia ha aparecido, el reino de los cielos está aquí, esto es el cristianismo verdadero).

La buena semilla fue sembrada en los corazones, ahora ha brotado, hay una comunidad de hombres y mujeres que está manifestando el reino (Mateo 6:10), pero algo increíble está sucediendo: Sin que los cristianos sepan cómo, entre ellos  hay personas que a simple vista son como ellos, “hijos del reino”, pero que no están produciendo los frutos apropiados. De acuerdo a la parábola del sembrador esto se puede deber a que no son tierra excelente (también la semilla  entre pedregales nace pero no permanece, y la de entre los espinos nace y puede permanecer pero no da fruto). Pero en esta parábola Jesús nos va a enseñar otra razón para lo que está pasando: ¡A aparecido la cizaña!

No nos engañemos, el Señor dice que ellos no fueron sembrados con la “buena semilla”, sino con una imitación de ella, tan parecida que se confunde y solo es posible diferenciarla sin lugar a dudas hasta la aparición del fruto. Estos fueron sembrados en el mismo campo (noten: ahora no es en los corazones sino en el mismo campo donde está el trigo, es decir en el mundo) por el enemigo, obviamente Satanás.

Ahora tenemos a la iglesia, “el reino de los cielos”, que vista desde afuera (el campo, el mundo) aparece como un todo (el cristianismo), pero ese todo está formado por dos tipos de plantas casi idénticas: Trigo y Cizaña, cristianos verdaderos y Cristianos falsos.

Es la voluntad de Dios que la iglesia “el reino de los cielos”, se mueva sobre la tierra a partir de su aparición hasta el arrebatamiento como una mezcla de dos elementos: El verdadero y el falso (Mateo 13:28-30). ¿Porqué? Recuerde que Jesús está enseñando “los misterios del reino de los cielos”.

¿Puede verlo ahora? Dondequiera que Ud. se congregue existe una mezcla. Por muy convencido que esté que su iglesia o congregación es verdadera no debemos engañarnos. Jesús no miente: ¡Así es el reino de los cielos! o ¡Es semejante a...! (Marcos 4:26; Mateo 13:24). Y no piense que la mezcla solo ocurre entre la feligresía o miembros comunes, pero no entre el Pastorado o liderazgo.

Si en toda congregación cristiana existe esta mezcla ¿Cómo podemos estar seguros que somos trigo? ¿Qué debemos hacer al respecto?
La respuesta a la primer pregunta la responde Jesús en la parábola del crecimiento de la semilla (Marcos 4:27-29) que tratamos en la entrada anterior (no deje de leerla).

Esta parábola pertenece a una serie de 3 en secuencia que el Señor Jesús enseñó (el trigo y la cizaña, el grano de mostaza y la levadura), la otras dos parábolas van a confirmar y reforzar lo que acabamos de exponer. Lea las referencias bíblicas, medite en ellas y lleve en oración a Dios esto para que sea Él quien confirme, revele e ilumine su entendimiento.

(postdata: Espero sus comentarios, dudas y preguntas, también sugerencias)
Lean tambien el Blog hermano: elconocimientodelavidacristiana.blogspot.com