La mayoría de nosotros estamos
familiarizados con la historia de Adán y Eva en el huerto de Edén. La
desobediencia de Adán y Eva para con Dios es lo que nos llama la atención
usualmente en esta historia y con gran razón. Desobedecer a Dios es un asunto
serio.
Pero alguna vez se ha preguntado: ¿Qué
hay de malo en comer del árbol del conocimiento? ¿Cómo es posible que comer del
árbol del conocimiento conduzca a la caída del hombre? y cuando Dios le dijo a
Adán y Eva que no comieran de ese árbol, ¿acaso los estaba poniendo a prueba
para ver si eran capaces de obedecerle?
Puesto que Adán y Eva desobedecieron a
Dios y comieron de ese árbol, Dios no podía ignorarlo. Tenía que castigarlos y
expulsarlos del huerto.
Pero ¿Acaso la explicación anterior
representa toda la historia?
Un problema mayor
Supongamos que una madre le dice a su
hijo: “no bebas de esa botella. Es peligroso”. Ella le dice eso porque la
botella contiene algo venenoso. ¿Acaso ese mandato representa una prueba?
claro que no. El mandato de la madre es de hecho una advertencia amorosa. Si el
hijo desobedece y bebe de la botella, ciertamente, la desobediencia se
convierte en un problema. Pero ahora el hijo ha sido envenenado y eso si que es
un problema mayor.
Esto es muy parecido a la situación que
estaba ocurriendo con Adán y Eva en el huerto. El problema no sólo fue que
desobedecieron. El problema mayor fue lo que ingirieron.
Dos árboles
La encomendación de Dios para con Adán y
Eva, quienes representaban a toda la humanidad, era que los protegería del
árbol del conocimiento, del bien y del mal. Ese árbol venenoso representa a Satanás
quien es el origen de la muerte.
Satanás, el enemigo de Dios, quería que
Adán y Eva desobedecieran a Dios, pues él sabía que al comer del árbol del
conocimiento, ellos se impregnarían de su naturaleza maligna y se corromperían
por el pecado y la muerte para siempre.
Sin embargo, aparte del árbol del
conocimiento, había otro árbol en el huerto: el árbol de la vida. Este árbol
representa a Dios, el origen de la vida. Dios quería que el
hombre participara del árbol de la vida para que le recibiera como la vida
divina.
Aun así, Dios quería que el hombre usara
su libre albedrío para escogerle. El hombre tenía la opción de hacer caso o no
a esta advertencia. El hombre tenía su propia decisión.
¿De qué se impregnaron Adán y Eva?
Satanás se mostró a Eva disfrazado de
serpiente y le habló astutamente. Distorsionando las palabras de Dios y
hablando mentiras descaradas, Satanás insinuó que Dios estaba ocultándoles algo
bueno y logró que Eva dudara del buen corazón de Dios hacia ellos.
Y cuando la mujer vio que el árbol era
bueno para comer y que era deleitoso a los ojos, y árbol deseable para alcanzar
la sabiduría, tomó de su fruto y comió; y dio también a su marido, con ella, y
él comió”. (Gn. 3:6).
Al desobedecer a Dios, Adán y Eva se
impregnaron de la naturaleza venenosa del diablo, representado por ese árbol.
Las consecuencias de lo que hicieron fueron profundas, pues nos siguen
afectando, aún hoy día (Romanos 7:17-23; 8:7; Gálatas 5:17) (Juan 1:12 ---
8:44; 1Juan 3:1,2 --- 3:9,10).
Vimos que Dios advirtió a Adán y Eva que
no comieran del árbol del conocimiento del bien y del mal a fin de protegerlos.
Al comer de ese árbol, Adán y Eva no sólo desobedecieron a Dios, lo cual
es un asunto serio, sino también fueron envenenados. Ahora discutiremos cómo
ese envenenamiento nos afecta hoy día y qué es lo que Dios está haciendo a fin
de recobrarnos.
El efecto del veneno
Primero, nuestro espíritu humano, la
parte más profunda hecha por Dios específicamente para contactar, recibir y
contener a Dios, fue amortecido (Ef. 2:1). Aunque fuimos creados con la
capacidad de tener una relación amorosa e íntima con Dios, que nuestro espíritu
se haya amortecido nos volvió incapaces aún para contactarle a Él.
Además, nuestra alma: mente, emoción y
voluntad, fueron totalmente envenenadas por la naturaleza maligna de Satanás.
Nuestra mente, la parte principal de nuestra alma, se oscureció en su
entendimiento, no puede comprender las cosas de Dios. ¡El daño fue tan extenso
que hasta llegamos a ser enemigos de Dios en nuestra mente (Col. 1:21)! Nuestra
alma fue invadida completamente por el enemigo de Dios: Satanás.
Finalmente, nuestro cuerpo, el cual fue
creado por Dios puro y sin mancha fue corrompido a causa de la debilidad y la
muerte y vino a ser carne de pecado. Esta carne de pecado con sus lujurias
llego a ser una influencia maligna sobre todo nuestro ser.
Estas son las consecuencias de lo que
verdaderamente sucedió en el huerto de Edén.
La salvación
No nos cuesta trabajo ver que lo que
verdaderamente necesitamos es la salvación. Necesitamos ser perdonados de lo
que hemos hecho y necesitamos ser salvos de lo que hemos llegado a ser. La salvación
completa que Dios efectúa incluye ambos.
Jesucristo vino y murió por nosotros
como nuestro substituto. En la cruz, Él fue juzgado y condenado por Dios en
nuestro lugar:
“Porque también Cristo padeció una sola
vez por los pecados, el Justo por los injustos, para llevaros a
Dios, siendo muerto en la carne, pero vivificado en el Espíritu” (1
P. 3:18).
Cuando nos arrepentimos y creemos en
Jesucristo y en todo lo que Él hizo por nosotros, somos perdonados de nuestros
pecados. (Mateo 4:17).
Y eso no lo es todo. La Biblia nos dice
que cuando Cristo se levantó de entre los muertos, en su resurrección Él
“llegó a ser el Espíritu vivificante” (1 Cor. 15:45). Como el Espíritu, Cristo
entró en nuestro espíritu amortecido y lo avivó, y nacimos de nuevo con la vida
eterna de Dios. ¡Esto era lo que Él deseaba para nosotros desde Edén! Ahora, la
vida divina de Dios en nosotros nos salva de las consecuencias venenosas
de lo sucedido en el huerto de Edén (Juan 10:10).
Esto es sólo el principio
Recibir la vida eterna de Dios es sólo
el principio de la salvación completa en Cristo que Dios efectúa en nosotros.
Desde nuestro espíritu, Dios comienza a
restaurar y avivar las partes dañadas de nuestra alma: nuestra mente, emoción y
voluntad. Dios transforma nuestra alma con Su vida divina maravillosa hasta que
lo que pensamos, sentimos, y decidimos están en plena armonía con Él (Romanos
12:2; Titi 3:5; Gálatas 5:19-24).
¡La restauración que Dios efectúa
también incluye nuestros cuerpos, a los cuales el Espíritu vivifica (Romanos
8:11; Filipenses 3:21) para que finalmente cada parte de nuestro ser sea
llena de la vida divina! ¡Qué salvación tan completa y maravillosa tenemos en
Cristo!
Al darnos cuenta de lo que
verdaderamente sucedió en el huerto de Edén como resultado de un simple acto de
desobediencia podemos apreciar el alcance de la salvación de Dios, la cual es
para Su propósito. ¿Cómo podremos negarnos a amar a nuestro Señor
Jesucristo y permitirle crecer en nosotros?
Lea tabién el blog hermano: elconocimientodelavidacristiana.blogspot.com
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