Base Bíblica: Marcos 4:26-29.
“Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando
un hombre echa semilla en la tierra; Y duerme y se levanta, de noche y de día, y la
semilla brota y crece sin que él sepa cómo. Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero
hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga; y cuando el fruto está
maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado”.
Introducción.
(Mat. 4:17)
“Así
es el Reino de Dios”, Jesús habla de los misterios del Reino (Marcos 4:10), y
Él nos habla a través de las parábolas acerca de lo que es el Reino. ¿Cómo se
entra al Reino y cómo se llega a ser parte de el?
Aquí
habla de una semilla que el Señor siembra; un hombre echa semilla en la tierra;
y duerme y se levanta, de noche y de día; o sea, eso es un proceso que parece
que no está pasando nada; el que acaba de sembrar, lo que menos se imagina es
que al día siguiente vaya a encontrar algo todavía; seguramente que pasa un
tiempo y parece que no está pasando nada; y así a veces, personas que oyen la
palabra del Señor, y nosotros no nos damos cuenta de si la recibió o no.
Un niño
al igual que una planta, no nace de un día para otro; los padres tienen
relación un día o una noche, pero se demora nueve meses en una lenta formación
en el vientre de la madre ese niño. Al principio la madre duda si estará o no
embarazada; sólo con el tiempo va adquiriendo seguridad, parece que sí estoy
embarazada. Cuando no había exámenes, pues, dudaba todavía más tiempo; ahora
tiene que hacerse un examen externo para ver si está o no está embarazada;
pasados dos meses ya no hace falta hacerse el examen, ya se le va notando; y
luego el niño empieza a moverse y las cosas son demasiado evidentes.
El habla
de tres cosas, cuando se ha sembrado la semilla: primero, produce hierba, luego
la hierba produce la espiga, y después es la espiga del grano y es grano lleno.
I.- Hierba.
Tito 3:4,5
“Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para
con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos
hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación
en el Espíritu Santo”.
Jesús el
Cristo le dijo a Nicodemo que para ver el Reino de Dios se necesita “nacer de
nuevo del agua y del Espíritu” Juan 3:3. Cuando uno recibe al Señor, recibe la
vida divina, la vida eterna, la propia vida de Dios; el Espíritu de Dios viene
a hacerse uno con nuestro espíritu. (1Cor. 6:17) A esto lo conocemos como
“nuevo nacimiento” o “regeneración”
Entonces, digamos que este
primer brotecito de la semilla representa la regeneración; lo primero que acontece
espiritualmente a una persona que recibe al Señor, que recibe su palabra que es
espíritu y que es vida, es que la persona además de ser perdonada es
regenerada, o sea, nace de nuevo, recibe una vida que no tenía, recibe a Jesús
y el que tiene al Hijo tiene la vida, y porque tiene la vida, nació de
nuevo, esto acontece en nuestro espíritu
y es instantáneo.
II.- Espiga.
“…y por
la renovación en el Espíritu
Santo”.
La
renovación es el paso de la vida divina que hemos recibido en la regeneración a
todos los rincones de nuestra alma, renovándonos, renovando nuestras emociones,
renovando nuestra voluntad, es decir, renovando nuestra alma. El proceso de la
regeneración es instantáneo, en cambio el proceso de renovación es durante toda
la vida. La renovación se refiere al ámbito de nuestra alma; o sea que el
Cristo que hemos recibido en nuestro espíritu tiene que filtrarse, saturar todo
rincón de nuestra alma.
Efe 3:16,17
“Para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con
poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe
en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor…”
El
corazón es lo mismo que el alma más la conciencia del espíritu, ese es el
corazón. Cuando tu alma tiene la conciencia del espíritu, eso, el alma más la
conciencia del espíritu, ese es el corazón; entonces dice aquí: “para que
habite Cristo por la fe en vuestros corazones”; no está hablando de recibir a
Cristo, no, la iglesia ya recibió a Cristo, ya lo tiene en su espíritu, pero
tiene que Cristo habitar en el corazón.
Efe 4:22,23 “En cuanto a la pasada manera de vivir,
despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y
renovaos en el espíritu de vuestra mente”.
Entonces
aquella plantita que brotó, y que al principio era apenas unas hojitas, tiene
que llegar a ser una espiga; esa
espiga ya nos habla de la renovación, de la formación de Cristo en el
alma, de la vida de Cristo pasando, de la savia de la planta pasando de lo más
íntimo hacia lo más externo, rumbo hacia el grano lleno. (Gal. 4:19)
La
regeneración es inmediata, pero la renovación, que ya no tiene que ver con
nuestro espíritu, sino con nuestra alma, lo que es Cristo entrando en todo
nuestro ser; entonces el Señor a lo largo de nuestra vida nos trata a través de
distintas circunstancias, ¿para qué? para colocarnos en una situación en la que
podamos abrir un poco más de nuestro ser, y de nuestra alma, para que la vida
divina fluya un poco más profundo.
III.- Grano lleno.
Rom.
12:2 “No os conforméis a este siglo,
sino transformaos por medio de la renovación
de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de
Dios, agradable y perfecta”.
Entonces
fíjense en que la renovación produce una tercera cosa que es la transformación; la transformación es la
configuración a Cristo. (Gal. 4:19)
En el
final está la transformación de nuestra alma; ese es el grano lleno.
IV.- Resumen y Conclusión.
Rom.
8:28,28 “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a
bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que
antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la
imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos”.
Al Reino
se entra por la Regeneración: La
semilla del Reino que fue sembrada, es Jesús mismo plantado en la tierra que es
el hombre mismo. El primer brote de hierba es la Regeneración que ocurre en el
espíritu humano o nuevo nacimiento.
El
proceso de crecimiento debe continuar hasta el brote de espigas, lo cual es la Renovación, es decir, la expansión de
Cristo al alma humana (razón, sentimientos y voluntad) que tiene como fin que
“Cristo sea formado en nosotros”.
Finalmente,
cuando nos hemos Transformado en la
“imagen del hijo” (Rom. 8:29), tenemos al grano, la espiga llena de grano.
Ahora somos “hijos del Reino” en plenitud. Cristianos maduros con entendimiento
pleno, capaces de manifestar el Reino de Dios dondequiera que estemos.
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